ASTURIAS
SANTUARIO DE COVADONGA
No sabía muy bien donde pasar la noche, ya no era verano, y
aunque iba preparado para pernoctar en cualquier sitio, buen saco, provisiones
y cámara a punto; el tiempo se antojaba desapacible. Mi intención era amanecer
en algún lugar que me permitiera estar cerca de alguna ruta o espacio pintoresco
bajo el ambiente otoñal, descartando por el camino algunos lugares como el desfiladero
del Cares, y pronto envuelto por la noche, decidí acercarme a Covadonga con la
esperanza de que en este tiempo no encontrase mucho turismo, así fue, pude
aparcar la furgoneta a los pies de la Basílica y disfrutar de los juegos de
unos chavales que están acogidos por los religiosos, y de su temprana marcha al
colegio a la mañana siguiente.
Esto me permitió disfrutar de los jardines y entorno para mí
solo por lo que me decidí a sacar alguna que otra fotografía nocturna. Y así
mismo a la mañana siguiente, aprovechando la apertura de la cueva para una
madrugadora excursión de la tercera edad, tuve ocasión de fotografiar el
interior, vetado a los objetivos, de la cueva de la Santina. Animado por la
ausencia de gente, visité la iglesia y disfruté de su interior, ubicación y entorno a
pesar de la escasa luz de la nublada mañana, tanto que no me permitió ver los
lagos de la Ercina, que estaban literalmente desaparecidos en la niebla y en un
temporal de lluvia que me obligó a descender inmediatamente, por una carretera
que en buenas condiciones da miedo.